Hoy no voy a escribirle al mundo y voy a escribirte a ti. Que leerás esto de primera o de última, pero no será la última vez que lo hagas sin embargo.
A ti, que estabas en la cima de la montaña rusa y te ha tocado bajar sin frenos ni barandillas de seguridad, pero abajo todavía seguía estando yo y te digo que vamos a subir de nuevo.
A ti, que cualquiera que llegase a conocerte te querría y que tuve la suerte de conocerte yo.
Te escribo porque no creo en que todos los días sean felices, pero sí creo en tu capacidad para sonreír incluso en los días más tristes. Creo en ti y en tu fuerza.
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